Por Luis Miguel Guerrero
Pasan las jornadas y los avances del León son escasos. Ante Mazatlán, un equipo que suma una sola victoria en el torneo, la oportunidad lucía inmejorable para que Berizzo finalmente mostrara ese “aprendizaje” del que tanto habla en sus conferencias de prensa. Pero no… ante los Cañoneros la escuadra verdiblanca enseñó más de lo mismo, apenas rescatando un punto ante el descontento de su afición.
Cierto, la culpa no es solo del técnico. Las groserías que sus jugadores comenten en la cancha no son responsabilidad de él, ni tampoco lo es la mala planeación de su directiva. Pero con sus malas decisiones, se convierte en el principal responsable de la gris temporada leonesa.
Para enfrentarse a los mazatlecos, el técnico esmeralda decidió incluir a Daniel Arcila en el cuadro titular, para hacer dupla en la media con James Rodriguez. Sin embargo, el aporte del joven colombiano fue limitado, luciendo improductivo al estar muy cargado hacia el costado. Ahí, el desempeño del cafetero al frente fue poco menos que discreto, obligándolo a abusar del disparo de larga distancia, situación que a la postre ocasionó su lesión. Por su parte, James finalmente ofreció una buena actuación -sobre todo en el primer tiempo-, cobrando de manera excelsa el penalti y poniendo un pase preciso a Díaz para la segunda anotación. Y por cierto, es de llamar la atención su rápida recuperación de la lesión (…) que le impidió viajar a Tijuana.
Hay que ser realistas: la ventaja leonesa de 2-0 al final del primer tiempo fue un espejismo. Los Verdes capitalizaron el momento, y aprovecharon los dos regalos de la defensiva sinaloense para ofrecernos un par de goles de muy buena elaboración. Pero a decir verdad, hasta antes del 45’ el partido había sido parejo, con un Mazatlán combativo que había aguantado bien los escasos embates leoneses, y que incluso había generado cierta sensación de peligro en el área esmeralda.
Pero en la parte complementaria la realidad alcanzó a La Fiera. La incapacidad para definir frente a la meta contraria, combinada con los errores de un cuadro bajo que ha admitido siete goles en dos partidos, permitieron que Anderson Duarte se convirtiera en la figura del encuentro, al conseguir un doblete en menos de cinco minutos.
Y así, ya con la ventaja perdida, el técnico leonés intentó lo mismo de siempre: ajustes desesperados para tratar de arreglar con “cinta” una descompostura mayor. Los ingresos de Rodríguez, Moreno y Cortizo en muy poco ayudaron ante un Mazatlán que cerró el partido metiendo a elementos de vocación defensiva (Meraz, García y Fierro).
La situación del León va más allá de sus números, que a fuerza de ser sinceros, no son del todo malos y tienen al equipo justo a la mitad de la tabla. El descontento de la afición verdiblanca se centra en una propuesta futbolística irregular, ofrecida por un equipo armado al vapor, y con un técnico que claramente no puede hacerlo funcionar con lo que tiene a la mano, y que se excusa partido a partido hablando de las diferencias que hay con cuadros económicamente más poderosos.
“Si sintiera que las cosas no funcionan, seré el primero en reconocerlo”, dijo Berizzo al término del encuentro. Tristemente, y como dice el refrán, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
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