Por Luis Miguel Guerrero –
A principios del siglo XIX, este deporte comenzó a ser jugado en Inglaterra, por gente de clase alta y a manera de recreación, justo después de las cenas. Se jugaba en el comedor, con pilas de libros en el centro de la mesa -que hacían la función de red-, y con pelotas de golf que eran golpeadas por libros que servían como raquetas.
A esa actividad recreativa, se le llamó “wiff-waff” -nombre que aún se sigue utilizando en nuestros días por algunos ingleses-. Las reglas básicas fueron tomadas del tenis, y poco después, se empezó a utilizar una mesa especial para su práctica.
Con el tiempo, la popularidad del juego creció en Europa y Estados Unidos, al grado resultar atractivo para algunas compañías manufactureras. Fue precisamente, la empresa J. Jaques & Son Ltd. la que registró como suya el nombre “Ping-pong”, el cual ya era usado popularmente para referirse al juego. Otras empresas, simplemente utilizaron el termino “tenis de mesa” a la hora de vender sus productos relacionados con este deporte.
A comienzos del siglo XX, tras la invención de la pelota de celuloide por el británico James Gibb, y la creación de la nueva raqueta de madera ligera cubierta por goma hecha por E.C. Goode, fue que el tenis de mesa adquirió popularidad a nivel mundial.
Las reglas del juego se unificaron, luego de la creación de la Federación Internacional de Tenis de Mesa, en 1926.