Todos los que estamos con un micrófono en una cancha estamos expuestos a esto. Tarde o temprano, nos puede tocar… el problema se acentúa cuando se está frente a una cámara, y el momento del balonazo en plena cabeza queda para la posteridad -y para diversión de cientos de miles de personas-. Ni hablar, en momentos así, solo queda sonreír…
Se vale sobar…
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