FALLO FALLIDO – No se usted, pero a mí -al igual que a muchos leoneses- el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre el tema de la propiedad del Estadio León me tiene bastante molesto.
Y el malestar no solo es por quien o quienes se quedan con el inmueble tres veces mundialista: lo que termina por fastidiar es la forma en cómo se manejó este asunto durante tantos años. Haber terminado antes de tiempo con aquel fideicomiso destinado a proteger el estadio, fue aparentemente el error que permitió llegar a la resolución dada a conocer esta semana.
Pero además de las pifias legales, también hubo indiferencia de las autoridades gubernamentales durante varios lustros. Dichas autoridades nunca cuestionaron por qué un dueño del equipo vendió terrenos adyacentes al estadio, o por qué otro construyó palcos en plenas tribunas, ni por qué se revendían plateas que ya tenían propietario. ¿En verdad tenían derecho a hacer eso? ¿Por qué no se investigaron esas acciones en su momento? El Estadio León fue, durante mucho tiempo, tierra de nadie en donde el dueño en turno del equipo hacía y deshacía a sus anchas.
¿Qué sigue ahora? Aunque las instancias de gobierno pueden alargar la situación actual, y a pesar de que no está en riesgo -por el momento- la permanencia del equipo esmeralda en el vetusto coloso, el momento parece abrir la puerta para que, ahora sí, se piense en la construcción de un nuevo estadio.
Un inmueble moderno y funcional, que vaya acorde con el crecimiento de la ciudad y con los requerimientos modernos, puede ser la solución más viable a todo este engorroso lío. La tarea no es sencilla, e implica gastar millones de pesos justo en una época en que la situación económica -en todos los niveles- es precaria. Por lo pronto, hay voluntad del actual gobierno estatal para llevar a cabo la obra, y seguramente, los actuales propietarios del León también pueden colaborar para cumplir con el proyecto.
¿Se cumplirá el sueño de tener una nueva casa para La Fiera? Eso aún está por verse.
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