Por Luis Miguel Guerrero
Definida como “una forma de ejecución artística y de entretenimiento que combina desempeño atlético y teatral”, la lucha libre profesional (professional wrestling, en inglés) es un deporte-espectáculo arraigado en la cultura de países como México, Estados Unidos y Japón. Pero contrario a la creencia popular, esta no surgió en ninguna de esas naciones.
La Lucha Libre profesional comenzó a popularizarse en Estados Unidos, Reino Unido y Australia a principios del siglo XX, con actuaciones en ferias y espectáculos, y duelos en lugares como bares (muchas veces con el resultado previamente arreglado). Sin embargo, hay indicios de que eventos de este tipo ya eran presentados en Francia en la década de 1830, en donde personajes con nombres como “Edward, el comeacero” o “Bonnet, el toro de los Alpes” retaban al público a noquearlos a cambio de ganar 500 francos.
Un fenómeno similar se presentó en Estados Unidos, pero muchos años después, justo al término de la Guerra Civil (finales de la década de 1860). En territorio norteamericano también se popularizaron los actos de luchadores en circos y ferias, en los que retaban a la concurrencia a cambio de un premio monetario si lograban ser derrotados.
Pero volviendo a Francia, un ex soldado napoleónico de nombre Jean Exbrayat formó en 1848 el primer grupo circense de luchadores, y estableció la regla de no sujetar debajo de la cintura en los combates que sostenían. A este estilo se le llamó “lutte à mains plates” (lucha a mano limpia), y pronto se popularizó en buena parte de Europa con el nombre de “lucha clásica” o “lucha francesa”. Para finales del siglo XIX, también fue llamado “greco-romano”, y era uno de los deportes más populares en el Viejo Continente. En 1898, el francés Paul Pons “El Coloso” (1864–1915) se convirtió en el primer campeón profesional mundial, venciendo al polaco Wladislaus Pytlasinski.
Y aunque, como ya se mencionó, la lucha libre profesional tomó cierta popularidad a principios del siglo XX con gladiadores como Frank Gotch en Estados Unidos, y el estonio George Hackenschmidt en el Reino Unido, es justo reconocer el origen francés de este deporte espectáculo, que cuenta con seguidores en todo el mundo y que genera ganancias millonarias a los dueños de los principales circuitos luchísticos.
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