Por Luis Miguel Guerrero
1.- Renato Paiva y el León están sentados en un barril de pólvora. Y el barril está a punto de explotar. Si bien es cierto que ante Santos no hubo goleada, la sensación de que el equipo esmeralda no tiene pies ni cabeza, crece partido a partido. La Fiera está convertida en un cuadro temeroso, inoperante e inofensivo. La exhibición dada en Torreón, jugando a defenderse con el único propósito de no ser goleado, fue por demás lamentable, alejada del sello que ha caracterizado a este equipo en la última década, y en un sentido totalmente opuesto a lo que pretendía la directiva cuando se contrató al técnico europeo. Igual de lamentables fueron las declaraciones del portugués luego de la derrota, mismas que evidencian un terrible desentendimiento con su plantel: “Yo no pedí defender tan abajo, grité y grité hasta no poder más, era para defender en bloque y ni siquiera era salir a presionar… nos expusimos a defender encima del área, algo que yo no he pedido”. A Paiva sus jugadores no lo están entendiendo -o no quieren entenderle-, y mientras “son peras o son manzanas”, la temporada del León se está yendo por la borda.
2.- Temeroso por el desorden mostrado por su cuadro bajo en los últimos encuentros, Renato Paiva pensó que sería una buena idea recurrir a la línea de cinco, misma que medianamente le resultó en el segundo tiempo ante Mazatlán. Pero de poco sirve cambiar a cinco, seis o siete atrás, si se siguen cometiendo los mismos errores al momento de marcar. Celestine, rústico en su marcación y sin salida, no tiene las características para llenar el hueco dejado por Tesillo. En las laterales, Byron Castillo continúa en lo mismo -irse al frente y defender mal-, aunque en esta ocasión ya ni siquiera fue efectivo al sumarse al ataque; mientras que Osvaldo Rodríguez, superado por el jovencito Jair González, estuvo condicionado por un cartón preventivo tempranero. Solo se requirieron un par de desatenciones para que Santos clavara sus goles. Y pudieron ser más, si el central Cáceres hubiera sancionado los constantes jalones de Celestine en el área. Santos entendió que no se requiere golear a un equipo sin orden: solo bastan dos goles y tener el control del medio campo para conseguir los tres puntos. Así de básico.
3.- León inició el encuentro con una doble contención, integrada por Fidel Ambriz e Iván Rodríguez, pero ninguno de los dos pasa por un buen momento. Contuvieron mal y nunca aportaron al frente. A Fidel lo salva su anotación, y le paramos de contar. Con Ángel Mena y Yairo Moreno como volantes, pero sin un enlace que orquestara en la mitad del campo, la media leonesa nunca pesó en el Corona. Incapaz de generar al frente, el equipo esmeralda se alargó en la segunda mitad, esperanzado a esporádicos latigazos desde el cuadro bajo, o a que alguna individualidad consiguiera el gol del empate. Ante tal pobreza futbolística, el partido se volvió más que sencillo para Santos, que simplemente se dedicó a “cancherear” en buena parte del segundo tiempo.
4.- Jugando fácil, Santos Laguna se impuso sin grandes esfuerzos a un León que solo opuso resistencia en el primer tiempo. Félix Torres y Hugo Rodríguez, centrales santistas, tuvieron un día de campo, y Lucas Di Yorio nunca puso en peligro la meta de Carlos Acevedo. Fernando Gorriarán es la bujía en la mitad de la cancha para los laguneros y hace una excelente dupla con Orrantia; y al frente, aunque Aguirre y Correa tuvieron pocas oportunidades, la escuadra de Fentanes resolvió el encuentro mediante las anotaciones de dos defensores, Campos y Torres.
5.- Ante el pobre desempeño de Mena y Moreno, ambos fueron sustituidos en la segunda mitad, pero los relevos tampoco funcionaron. Joel Campbell y Federico Martínez ingresaron para realizar labores de volanteo en la media, pero tampoco pesaron. Paiva no le termina de encontrar su lugar al tico en el campo, y este por momentos luce desesperado. Cada que ingresa, Federico Martínez confirma su categoría como mala contratación, y en esta ocasión terminó gravitando en labores por el costado a las que no está acostumbrado. Victor Dávila y Javier Ibarra entraron a la cancha en la recta final del encuentro, y en muy poco pudieron contribuir para revertir el mal funcionamiento colectivo de La Fiera.
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