Por Luis Miguel Guerrero
1.- Y ahí vamos de nuevo. Mostrando los mismo defectos de toda la temporada, La Fiera brindó otro primer tiempo desastroso, está vez en tierras aguascalentenses, para adjudicarse su sexta derrota de la campaña. Lo visto ante Atlas fue un espejismo: este equipo no sabe defenderse y genera muy poco en el último sector del campo. De nada sirvieron los buenos deseos de Paiva y el discurso de Luis Montes, todo eso se olvidó de una semana a otra. Terco y con escasa capacidad para aprender de los errores, Renato Paiva insiste en cometer las mismas equivocaciones: se empecina en darle oportunidades a Federico Martínez, juega con una media cancha veterana encabezada por Montes, y ante la ausencia de Bellón, opta por jugar en la zaga con un chamaco que no es defensa, y con un francés que no tiene nivel siquiera para jugar en la Liga de Expansión. Al portugués le está pesando su desconocimiento del futbol mexicano y su poca experiencia dirigiendo en Primera División. Tiene convertido al León en un equipo sin idea, que es un desastre atrás y que vive esperanzado a chispazos individuales -como los de Dávila- para conseguir goles. La era de Paiva se cae a pedazos, y la afición leonesa comienza a desesperarse. Lo benévolo del torneo tal vez le permita a los Verdes colarse al repechaje, pero lo cierto es que con esta irregularidad y mal fútbol, a muy poco se aspira.
2.- Como varios técnicos rivales lo han hecho durante la campaña, Jaime Lozano le ganó la partida al entrenador leonés en el aspecto táctico. Resolvió el partido en los primeros cuarenta y cinco minutos, y se dedicó a sobrellevarlo en la parte complementaria. La media necaxista, con el recio Vicente Poggi y el dinamismo de Garnica y Madrigal, superó a su contraparte leonesa, encabezada por un Luis Montes que termina consumido por el esfuerzo físico, y mal complementada por Elías Hernández y Ángel Mena, quienes gustan de hacer florituras improductivas, pero que pocas veces dan el pase importante en el último tercio del terreno de juego. Sabedores de las carencias defensivas del León, los necaxistas fueron contundentes en la primera mitad, y tanto Milton Giménez como Facundo Batista se despacharon con soberbios goles. Pero las tres anotaciones rojiblancas no solo fueron responsabilidad de la incompetente defensiva esmeralda: estas se originan en el medio campo, ante la apatía de los elementos verdiblancos en ese sector, incapaces de “meter la pierna” para recuperar. Así pues, la media leonesa no solo no produce al frente, debido a su lentitud tampoco colabora con su zaga al momento de ir atrás. Y ahí están los resultados.
3.- Paiva no es responsable de la ausencia de Paul Bellón por suspensión, pero sí lo es de alinear a Justine Celestine, y de colocar como zaguero al joven Ambriz, cuyo futuro debe estar en la contención. El francés, quien claramente tiene el problema del idioma en un puesto que requiere constante comunicación con sus compañeros, ha mostrado un pobre nivel y ha estado lejos de ser una solución en la central. Y si bien es cierto que Fidel Ambriz no ha quedado a deber en sus actuaciones como defensor, la realidad es que no es un zaguero natural, y el gran misterio es saber por qué Paiva lo prefiere a él por encima de Stiven Barreiro quien, a pesar de su baja de nivel, es un defensivo nato. La tibieza en la marcación de ambos centrales -echándose hacia atrás ante los embates rivales- queda evidenciada en los tres goles necaxistas, complementada por la mala marcación de Rodríguez por el costado. Una pachanga total tiene La Fiera en su cuadro bajo, cortesía del técnico luso.
4.- Lucas Di Yorio, cual “Llanero Solitario”, volvió a lucir aislado, esperando por un buen servicio al área. Y en parte, el argentino lucía solo porque su compañero en el ataque, Federico Martínez, volvió a pasar desapercibido. En otra de sus terquedades, Renato Paiva insiste en apostar por el uruguayo, dejando en la banca a Victor Dávila, y cerrándole la puerta a Alfonso Alvarado. Aunque ante Atlas daba la impresión de despertar, el ataque leonés volvió a mostrar la incapacidad de generar jugadas de peligro, y en el “Victoria” fue controlado gracias a la buena labor de Alexis Peña y Juan Segovia en la central, y del uruguayo Agustín Oliveros por el costado izquierdo.
5.- Los goles de Víctor Dávila al final solo sirvieron para hacer más digno el marcador, y son, hasta cierto puntos engañosos. Y son ilusorios porque durante casi noventa minutos el León fue incapaz de inquietar la meta de Malagón. Las anotaciones del chileno caen gracias a su tenacidad, y ante la complacencia de una confiada zaga necaxista, que ya se veía en el vestidor con el triunfo. Cierto es que los ingresos de Moreno, Dávila y Campbell refrescaron el ataque leonés en la segunda parte, y contribuyeron a que el cuadro esmeralda tomara el control de las acciones ante un Necaxa que esperaba echado atrás, pero la escuadra esmeralda nunca mostró una mejoría importante. El intento de reacción de los Verdes se basó más en los esfuerzos individuales de sus relevos, y nunca por una variante táctica significativa.
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